Luego de haber pasado cuatro días de ensueño, teníamos que
descender donde viven los hombres.
Fueron tres días de descubrimiento, de vivir lo que uno había soñado.
Finalmente ascendimos en los tres días los cerros Wilder
Pfaff de 3.492 m.s.n.m, Sonnklarspitze de 3.467 m.s.n.m. y el Wilder
Freiger con sus 3.413 m.s.n.m. Todos ellos ascendidos desde el Müllerhütte de
3.145 m.s.n.m.
Durante los dos días en que subimos estos cerros, el tiempo
nos acompaño haciendo de nuestra experiencia algo inolvidable. Sin embargo el día
que bajábamos nos avisaron que se esperaban lluvia a partir de la hora de
almuerzo. Según Piere (uno de los asistentes del refugio) bajar le tomaba a él
cerca de 5 horas. Entonces si bajábamos temprano teníamos chances de salir
secos de aquella experiencia.
Nos levantamos temprano y ordenando nuestras cosas, logramos
salir con Vanessa a eso de las 9 AM, adelantándonos a Andres y Flo quienes
caminaban más rápido. Pero al poco caminar (40 min desde que habíamos salido) cayó
la lluvia sobre nosotros. Justo llegábamos a la parte del sendero rocoso que
hizo más difícil y de cuidado el descenso. Esto me preocupo pues hacia el
descenso más difícil para Vanessa, quien era más o menos nueva en estas artes.
Mientras bajábamos con sumo cuidado, Flo y Andres nos
encontraron a la altura del Teplitzer hütte. Bajamos con infinita paciencia y
mojados como “diuca” hasta el auto.
Al final Flo y Andres demoraron las 5 horas del refugio al
auto, mientras que Vanessa y yo lo hicimos en largas 9 horas.
Ya llegando al auto nuestra travesía al Müllerhütte
terminaba.
Felices de haber conocido a Sonja, Piere y Heidi y de
agradecerles por su hospitalidad, solo nos queda recomendar este lugar.